21 IMCWP, Acerca de la experiencia de la Internacional Comunista y la historia del PCM

10/14/19 1:24 PM
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Acerca de la experiencia de la Internacional Comunista y la historia del PCM.

 

Pável Blanco Cabrera, Primer Secretario del CC del PCM

(Artículo escrito para la revista Nuestra Política, del CC del PCTE)

I

En Marzo de éste 2019 se cumplen cien años de la realización del Primer Congreso de la Internacional Comunista, y en Noviembre se cumplirán 100 del inicio de actividades de la Sección Mexicana de la Internacional Comunista, razón conmemorativa que nos lleva a la reflexión de su importancia y trascendencia histórica, así como de su vigencia proyectada a las luchas proletarias revolucionarias contemporáneas.

No está de más subrayar que la lucha de clases como explicaba Marx es nacional por su forma e internacional por su contenido, por lo que las luchas obreras contra el capital han de tener en cuenta ese vínculo irrompible, y por ello el primer partido proletario que enarboló un programa comunista –el Manifiesto del Partido Comunista- lanzó la vigente consigna de ¡Proletarios de todos los países, uníos!, y bajo la conducción de Marx y Engels trabajaron por la construcción de la I Internacional, que cumplió con creces sus objetivos, y después por la II Internacional.

Es en general con la II Internacional que los partidos obreros adquieren fuerza, se hacen masivos y desenvuelven una intervención política importante, más también en su interior aparecen tendencias muy negativas, confrontadas siempre por Marx y Engels hasta que el latido de sus corazones lo permitió. Problemas muy graves, posiciones de principio y asuntos de estrategia y táctica van apareciendo en el seno de la II Internacional y demarcando el campo de los reformistas, los oportunistas, por un lado, y los defensores del marxismo, los revolucionarios por el otro, en el seno de la socialdemocracia, en cada partido y en toda la Internacional: la cuestión colonial, la cuestión nacional, el papel de la reforma, la táctica parlamentaria, las cuestiones de organización, el dogmatismo y el revisionismo, el desarrollo del capitalismo en imperialismo y la posibilidad de una guerra mundial. En el interior de la II Internacional la lucha entre ambas posiciones abarca un periodo de casi dos décadas, en los que destaca el bolchevismo y Vladimir Ilich Lenin, así como Rosa Luxemburgo, Franz Mehring, Karl Liebknecht y otros, en la socialdemocracia alemana.

La posición de los oportunistas expresada teóricamente por EduardBernstein, y a la que se sumaría también Karl Kautsky, y GeorgiPlejanov, partía del envilecimiento del marxismo de dos maneras: haciendo de él un dogma, y tergiversándolo o mutilándolo. Por ejemplo, en la necesidad de desarrollar el capitalismo y la republica burguesa preconizando la imposibilidad revolucionaria, y considerar que solo en los países más desarrollados del capitalismo se encontraban las premisas para el socialismo. Así se difundían párrafos de Marx y Engels seleccionados ad hoc, ocultando y guardando bajo siete llaves la obra completa. Así algunos parágrafos, sin contexto, daban pie para dar un sentido distinto a los escritos de los maestros del proletariado. Es muy conocido el episodio de cómo fue mutilada la Introducción[1] que escribió Engels a La lucha de clases en Francia en 1848, y en la que la directiva socialdemócrata buscaba dar la apariencia de que Engels era partidario de la absolutización que el oportunismo hacía de la vía pacífica, cuando precisamente lo que el gran revolucionario cofundador del marxismo expresaba era que las formas de lucha y tácticas dependen de la situación histórica concreta.

El reformismo se deslindó de la tesis marxista de la revolución social al considerar que gradualmente y sin saltos, con base en la ampliación de la base electoral, aumento paulatino de escaños parlamentarios, se acercaría el día del fin de la explotación; pura palabrería peligrosa. Por ello Lenin les llamaba a los oportunistas agentes burgueses en las filas del movimiento obrero.

A diferencia de otros países donde la lucha entre ambas corrientes se daba al interior del mismo partido los bolcheviques en Rusia tuvieron la comprensión teórica del fenómeno oportunista como liquidador de la lucha revolucionaria y llegaron a la conclusión temprana del partido proletario autónomo, con unidad ideológica, política y organizativa, con dirección revolucionaria, el partido de nuevo tipo, sin los oportunistas y contra los oportunistas. Tal Partido solo podía construirse sobre bases teóricas sólidas, dialécticas, defendiendo y desarrollando al marxismo, en un momento además en que se pasaba del capitalismo de la libre concurrencia al de los monopolios. La lucha contra los mencheviques los templó y les proporcionó una gran experiencia en el ascenso y reflujo de la lucha de clases sobre todo en las tres revoluciones que les tocó vivir. El partido de la clase obrera, armado de la teoría marxista, revolucionario, internacionalista, clasista, en guardia permanente contra el oportunismo es la clave para el triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre, en tanto que su ausencia o poca experiencia es el factor de la derrota de la Revolución, como en Alemania en 1918-1919.

Ese aprendizaje colocó a los bolcheviques, y a Lenin en la vanguardia de la lucha contra el oportunismo internacional. Cuando los preparativos no dejaban ya lugar a dudas del estallido de la Primera Guerra, de manera formal la II Internacional se pronunció contra la guerra en el Manifiesto de Basilea del Congreso Socialista Internacional de 1912, al que traicionó en 1914, llamando a la defensa de sus burguesías y a la conflagración entre los trabajadores de distintas nacionalidades. La II Internacional entro en descomposición, adoptando el socialchovinismo –llamado por Lenin, la culminación del oportunismo- la franca alianza del oportunismo con la burguesía, “con base en el contenido ideológico de la colaboración de clases y la renuncia a los medios revolucionarios de lucha y la ayuda a los gobiernos burgueses en dificultades, en lugar de usar esas dificultades para la revolución[2]”. Lenin presentaba entonces la siguiente conclusión: “la clase obrera no puede cumplir su misión histórica en el Mundo si no declara la guerra sin cuartel contra el oportunismo y la vulgarización de las teorías del marxismo”.

La descomposición de la II internacional, su bancarrota, dio origen a la izquierda zimmerwaldianaen 1915 y quedó claro que los marxistas tendrían que dar paso a una nueva Internacional. La lucha de clases de esos años dio la razón plena a Lenin y los bolcheviques, pues el curso de la guerra imperialista y una posición consecuente de principios llevó a que en Rusia se produjera la Gran Revolución Socialista de Octubre, victoria fundada, entre otras cuestiones, en la lucha sin concesiones contra el oportunismo. La Revolución Alemana de 1918 es un ejemplo amargo de una derrota que tuvo como base la lucha tardía contra el oportunismo, la coexistencia con los oportunistas en un mismo partido casi hasta la víspera[3]; a pesar del heroísmo de los espartaquistas, y del genio de sus cuadros dirigentes, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, sin una lucha franca contra el oportunismo desde sus primeras manifestaciones, que además denunciaron en tiempo, pero sin dar los pasos organizativos consecuentes, una parte importante de la clase obrera siguió bajo el control de la socialdemocracia permitiendo su tarea contrarrevolucionaria para asegurar la continuidad del capitalismo en Alemania.

Quedaba claro que los marxistas tenían que fundar una nueva Internacional, la III Internacional, una Internacional Comunista.

II

En Marzo de 1919 se reúne en Moscú el I Congreso de la III Internacional, que existió entre esa fecha y Mayo de 1943, y que desarrolló siete Congresos.

La importancia de la Internacional Comunista está fuera de toda duda pues por su actividad en la mayoría de los países de todos los Continentes se crearon partidos comunistas, en algunos casos como resultado de partidos obreros anteriores, en otros por primera vez la clase obrera contaba con su partido político. Los trabajadores del Mundo estaban entusiasmados porqué por primera vez en un país la clase obrera se encontraba al frente de las tareas estatales y se construía la sociedad sin explotados no explotadores, y seguían con gran atención a la Revolución Socialista, a la Rusia Soviética primero y a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que se creó sobre su base; múltiples acciones de solidaridad dan cuenta de la gran agitación proletaria internacional, publicaciones, movilizaciones, creando un ambiente favorable al llamado del Primer Congreso de la Internacional Comunista a agruparse en sus filas.

Es heroica la página histórica en que cuadros de la Comintern van por varios países contribuyendo a la creación de sus Secciones, afrontando la persecución y una buena cantidad de problemas. Pero el objetivo se concreta. Partidos Comunistas en Asía, África, América, Europa y Oceanía, las fuerzas que habrán de alterar el curso de la historia hasta ese momento escrito solo en favor de los explotadores. Con esa labor organizadora va un esfuerzo, que rinde frutos hasta hoy, de universalizar la teoría revolucionaria del marxismo, ya enriquecido como marxismo-leninismo a través de la labor editorial, una tarea descomunal, que implicó traducir a muchas lenguas a los clásicos del marxismo y la propia obra de la Internacional Comunista, publicar, transportar y distribuir. Cientos de miles de proletarios fueron armados de la teoría marxista-leninista y una gran cantidad cursó estudios en la escuela de la Comintern en Moscú. La lucha de clases se cualificó en favor de los trabajadores y de los pueblos. Es palpable el beneficio a la lucha mundial capital/trabajo: sindicalismo clasista, acción política de los trabajadores, luchas revolucionarias, organización y educación de los obreros y campesinos, una real fusión del socialismo científico con el movimiento obrero, en una magnitud desconocida hasta ese momento: mundial. Además la labor de la Comintern recogió la roja bandera del internacionalismo proletario, pisoteada por la II Internacional y la ondeo combativamente, prestando solidaridad a las luchas obreras y populares, como en el caso de la República en España, escribiendo una de las más bellas páginas de fraternidad entre los trabajadores. La Comintern trazó el camino para luchar contra el fascismo, contribuyendo íntimamente con el PCUS y la URSS a la guerra antifascista que terminó con la derrota del nazi-fascismo, fueron sus cuadros los organizadores políticos y militares de la resistencia, de los partisanos en toda Europa y los artífices de la corriente mundial antifascista.

La Comintern, con sus secciones, los partidos comunistas, llevó adelante procesos revolucionarios que abrieron a los trabajadores la perspectiva del poder. La columna Prestes en Brasil, las insurrecciones en Hungría, Alemania, Italia, China y fuertes partidos comunistas, representantes de la mayoría de la clase obrera, como el PC de Alemania, Francia, de Checoslovaquia, de España, de Italia, de Grecia, de Yugoslavia, de Bulgaria, de China, Vietnam, Corea. Las contribuciones de la Internacional Comunista son gigantescas, su trabajo está aún presente y las lecciones para los comunistas y obreros revolucionarios son muchas.

III

Es un momento oportuno para evaluar. En el Partido Comunista de México emprendimos un estudio de los materiales y documentos de la III Internacional, tanto de los siete Congresos realizados, de los Plenos y Plenos Ampliados, de sus publicaciones (Correspondencia Internacional, La Internacional Comunista, Ediciones Europa y América –EDEYA-). No ha sido una tarea fácil[4] compilarlos, pero hoy tenemos un archivo inicial suficiente para tener un panorama claro, que permite confrontar las deformaciones, ataques, mitos y difamaciones.

Queremos llamar la atención ahora algunas cuestiones que son colocadas ante el movimiento comunista internacional: 1) Después del XX Congreso, y sobre todo del XXII Congresos del PCUS, nuevas direcciones partidarias impulsaron una versión tendiente, no a negar el papel de la Comintern, pero si a restarle importancia en cuanto a elemento central en la conformación de los partidos comunistas. 2) Considerar superada la necesidad de una Internacional, con el argumento del policentrismo, de los “errores” del centro, y negar una estrategia revolucionaria unificada bajo el argumento de las vías nacionales, de los caminos nacionales, dar primacía a lo específico, a lo particular, por encima de las leyes generales. 3) Asumir toda la historiografía burguesa y pequeñoburguesa, sobretodo aquella versión del “marxismo occidental” sobre el sectarismo y negar todo aporte de estrategia y táctica previo al que se aprobó en el VII Congreso, como si todo lo previo fuese un cumulo de errores. 4) Ocultar la negativa secuela que significó el negar el papel central del partido comunista como partido revolucionario de la clase obrera al promover la unidad de partidos comunistas con partidos socialistas y también de juventudes comunistas con juventudes socialistas, rebajando la calidad del partido marxista-leninista al diluirlo con elementos socialdemócratas, y que causó estragos como resultado de esa concepción unitaria.

Sobre la primera cuestión colocada es muy claro que hubo un esfuerzo para negar la importancia de la Internacional Comunista como creadora de los partidos comunistas hoy existentes. Es verdad que algunos fueron creados tardíamente, o ya cuando la III Internacional no existía, y que algunos fueron creados poco antes del Primer Congreso de la Comintern, pero bajo la influencia de la Gran Revolución Socialista de Octubre, de la necesidad de la lucha contra el oportunismo y de la lucha revolucionaria por el poder, es decir bajo los criterios que habrían de dar paso a la existencia de la III Internacional. Pero la inmensa mayoría de partidos comunistas fue resultado de la acción organizadora de la Internacional Comunista, de sus orientaciones, de sus cuadros, de su agitación, propaganda y procesos educativos. La Internacional Comunista es la escuela por la que pasan los revolucionarios marxistas-leninistas para contribuir a que sus partidos comunistas cumplan su rol histórico.

En 1970, en un informe al CC  del primer PCM, el liquidador Arnoldo Martínez Verdugo[5], reescribe la historia de la Sección Mexicana de la Comintern, buscando asentar que es desde sus inicios un partido nacional, creado por la clase obrera al margen de los importantes acontecimientos históricos que son sus fuentes. Sobreestima el papel del Partido Socialista Mexicano de efímera existencia, confusos objetivos y programa, e inexistente vida orgánica para llegar a la conclusión que de él surge el PCM, negando los hechos reales, para asentar que el papel de la Internacional fue simplemente complementario; ello tenía por objetivo servir de soporte a la política oportunista que llevó a la liquidación del primer PCM, y que se caracterizaba por romper lanzas con el internacionalismo proletario, como en 1968 condenando la solidaridad internacionalista de la URSS con Checoslovaquia socialista, o en 1979 criticando al Ejército Rojo en Afganistán, y en general de ataque a la construcción socialista en la URSS, de renuncia a las normas leninistas en la vida interna, aceptando corrientes, renunciando a la vía revolucionaria para la toma del poder y elevando a tesis principal la lucha por la democracia en abstracto, es decir de la democracia burguesa en concreto; toda esa política liquidadora se justificaba en la tergiversación histórica de hacer del PCM un partido nacional que tenía como objetivo la democracia y que condenaba su historia de lucha, patrimonio valioso de la clase obrera, negando la importancia del partido comunista como elemento indispensable de la lucha política de los trabajadores por su objetivo histórico. Actualmente estamos trabajando para contar con un esbozo histórico de los primeros 20 años del PCM, adoptando la siguiente metodología: en tanto que Sección de la Internacional Comunista estudiarlo a través de sus documentos y resoluciones y su labor política e influencia entre la clase obrera.

Sobre la segunda cuestión, por supuesto que el ataque a la Internacional Comunista existió siempre, y no nos referimos solo a la condena del capital, de la burguesía, que como sabemos en su posición más reaccionaria formo el Eje anti-Comintern, sino de las condenas de los renegados del marxismo, como Kautsky, y otros. A lo largo de su existencia la Internacional Comunista fue enfrentando tendencias de derecha o de extrema  izquierda que buscaban deformar o sabotear sus objetivos, incluso la ridícula formación de la IV Internacional por Trotsky y sus seguidores, una caricatura en términos organizativos, comparada con la Comintern. Mientras existió, la Internacional Comunista afrontó con éxito todos los ataques en su contra, exteriores e interiores y adquirió en ello una gran experiencia, que se refleja en sus debates, en los mecanismos para desenvolverlos, tanto en los problemas del propio partido mundial, como en cada una de sus secciones nacionales, y aquellas que se dieron su principal sección, el Partido Comunista Bolchevique de la URSS, de repercusiones para todos, contra el trotskismo, el bujarinismo. No habrá partido comunista hoy que pueda renunciar al aprendizaje de esta experiencia si anhela ser un verdadero partido clasista, revolucionario e internacionalista.

Insistimos en los efectos negativos de la plataforma oportunista-revisionista del XX y XXII Congresos del PCUS que abren la puerta a concepciones que reniegan de la contribución de la III Internacional, y que todo nos indica existían ya en el seno de ésta pero se encontraban contenidas por el predominio de las posiciones marxistas-leninistas. Quien las expresa con vehemencia es Togliatti, aunque en la década anterior las había presentado incompletas y con menos fuerza EarlBrowder[6], y también el programa del PC de Gran Bretaña[7]. Con la visión errónea y revisionista de la coexistencia pacífica y su propuesta de que el transito del capitalismo al socialismo podía realizarse de manera pacífica, utilizando los cauces parlamentarios sin recurrir a la Revolución y además negando las leyes generales de ésta; Se sostiene que existe una diversidad de caminos y que hay que poner el acento en la especificidad, en lo particular de cada país pues el elemento determinante y que no hay recetas, por lo cual se rechazan mecanismos de coordinación y articulación internacional y empiezan ataques a la historia de la Comintern y a cualquier posibilidad de elaboración colectiva por parte de los PPCC de una estrategia revolucionaria unificada. La paradoja de su argumentación en favor del policentrismo es que negando las leyes generales de la revolución se establece un camino único para sus vías nacionales, sin importar si es vía italiana al socialismo, socialismo con colores de Francia, vía mexicana al socialismo, etc. Las premisas irrenunciables de tal concepción son las alianzas con la burguesía y la socialdemocracia, es decir las alianzas pluriclasistas, la defensa cerrada de la democracia burguesa (parlamentarismo, pluripartidismo), la renuncia y el ataque a la dictadura del proletariado, y también la concepción de que la clase obrera ya no es el sujeto de la revolución. Los ataques a la Internacional Comunista son calumniosos, y se intenta caricaturizar al centro, diciendo que eran resoluciones burocráticas y alejadas de la realidad las que ahí se elaboraban, lo que es totalmente falso, pues se puede apreciar en los documentos, el cuidado, la firmeza revolucionaria, la metodología científica y la responsabilidad ente la clase obrera internacional, con consultas, intercambios, movilización de cuadros que sobre terreno contribuían a que cada Sección respondiera mejor a los objetivos revolucionarios de la clase obrera, independientemente de si las condiciones para esos cuadros eran riesgosas, complicadas, lo cierto es que la Comintern cumplió con su deber; además en cada Pleno del Comité Ejecutivo, en las discusiones de las comisiones, por país o región, y en los Congresos hay una elaboración profunda, derivada de la rigurosidad con que cada partido comunista se fue forjando –desde las 21 Condiciones, y el proceso de bolchevización.

El ataque a la necesidad de la estrategia revolucionaria unificada en realidad es en defensa de una estrategia oportunista unificada, el ataque al “centro” en realidad es la defensa de un centro oportunista, pues el oportunismo en el movimiento comunista coordina sus esfuerzos, y no hablamos solo de lo que es visible, como el Partido de la Izquierda Europa o el Foro de Sao Paulo, sino del trabajo sucio contra los partidos comunistas que actualmente avanzan en la posición por una estrategia unificada revolucionaria contemporánea y también de iniciativas orientadas a la lógica de la reforma, de la adaptación, de la conciliación, de la desmovilización de la clase obrera.

Sin embargo, y a pesar de todo, lo esbozado por los clásicos del marxismo-leninismo, y la experiencia de la internacional Comunista, mantiene vigencia, la unidad internacional de la clase obrera para desarrollar con el antagonismo es necesario, y ahora más, cuando son más profundas las relaciones de interdependencia, cuando el sistema capitalista agudiza las contradicciones interimperialista y la posibilidad de una nueva guerra imperialista mundial se esboza, cuando la explotación por parte de los monopolios contra el proletariado no respeta frontera alguna, cuando los pueblos del mundo requieren de una orientación clasista y revolucionaria para luchar, seria y responsable, cuando el capital anida en todos los rincones, por doquier e internacionaliza la lucha, y los monopolios explotan a los trabajadores sin importar su nacionalidad y exportan sus capitales indiscriminadamente sin preferencia nacional, teniendo solo como prioridad el lucro, la ganancia; por supuesto hoy los trabajadores y sus vanguardias –los partidos comunistas- requieren de una estrategia revolucionaria unificada para librar la lucha de clases en su terreno concreto, es decir en cada nación, partiendo de la ley del desarrollo desigual. Sin hacer una analogía, no podemos negar que hay mucha similitud en la lucha entre oportunistas y revolucionarios en el periodo final de la II Internacional y los prolegómenos de la III Internacional, con lo que hoy acontece en el movimiento comunista internacional.

El tercer aspecto que norma nuestras reflexiones, es la afirmación de que la estrategia situada por el Informe del camarada GeorgiDimitrov al VII Congreso de la Internacional Comunista en 1935 constituye la madurez del movimiento comunista, el peldaño más elevado y final en cuanto a elaboración estratégica. Queda claro que ello ha buscado absolutizarse, y no es casual que el eurocomunismo declaró en muchas ocasiones que ahí se encontraban sus raíces, y que en consonancia con ello, corrientes oportunistas distintas, como el eurocomunismo, el marxismo occidental o el trotskismo, coinciden en demonizar las elaboraciones previas, sobre todo del V y VI Congreso, la línea clase contra clase, como sectarias e izquierdistas.

No podemos dejar fuera el asunto de una condición material presente en el análisis de la posición del Frente Popular: el fascismo y la guerra imperialista que estaba en la base de ese viraje estratégico tenían por objetivo liquidar a la patria de los trabajadores, el país del socialismo, la gloriosa Unión Soviética. Y la alianza que del Frente Popular se desprendía solo puede ser considerada temporal. Por cierto que hoy con la contrarrevolución que derrocó temporalmente la construcción socialista en la URSS, esa premisa es inexistente y tal política carece de sentido.

Pero vayamos a lo concreto, en términos de la experiencia histórica de la Sección Mexicana de la Internacional Comunista. Con el V Congreso de la IC viene la bolchevización del PCM, quedando el partido reducido desde el punto de vista numérico, pero fortalecido cualitativamente como partido de cuadros claros en lo ideológico y programático, resueltos al trabajo de masas con la clase obrera, y así se llega al V Congreso del PCM en Abril de 1928, apenas unas semanas después del IX Pleno del CEIC que aprueba la orientación de clase contra clase, refrendado en el VI Congreso de la Internacional Comunista en Julio-Septiembre del mismo año. Los resultados son constatables y los presentamos sintéticamente: los comunistas en México entran en un desarrollo ascendente, por el número de militantes, células y organizaciones regionales; el periódico El Machete pasa de ser leído por apenas algunos miles a tener cerca de 50,000 lectores; el trabajo sindical rojo, es decir clasista a través de la CSUM[8] en confrontación con el sindicalismo amarillo de la CROM (Morones) y la CROM depurada (Lombardo Toledano)[9] y acumula una fuerza importante entre los obreros industriales; el crecimiento del PCM, que tiene además una gran influencia en el campesinado, los intelectuales y artistas, además de lo anteriormente citado, se da en medio de un periodo de clandestinidad entre 1929 y 1934, que sortea con éxito. ¿Dónde está el debilitamiento organizativo, el aislamiento de las masas, el sectarismo? La historia no lo registra así.

Y por el contrario la aplicación de las orientaciones del VII Congreso sitúan muchos problemas, que a la larga tendrán implicaciones graves, entre ellas la liquidación del primer PCM en 1981. En lo sindical, primero la línea clasista abandona la confrontación con el sindicalismo amarillo, y pasa a la unidad subordinada, por un periodo muy corto, pues en un quinquenio los acuerdos unitarios son traicionados y en una década, bajo el empuje del macartismo los comunistas son perseguidos y expulsados de un movimiento sindical ya corporativo al Estado y funcional a la burguesía; en lo ideológico la educación marxista-leninista a la clase obrera cede a la ideología burguesa de la Revolución Mexicana; en lo político el Frente Popular se concreta ingresando en el Partido de la Revolución Mexicana[10], un partido de formato pluriclasista, más nítidamente un partido de la clase burguesa. Por un lado hay un crecimiento resultado de ese reblandecimiento, que al iniciar los años 40 resulta en una salida masiva, ya que eran afiliados, y no militantes, y por otro lado entre la militancia activa hay tal confusión sobre un viraje tan brusco que se abre una crisis que busca tener salida en el Congreso Extraordinario en 1940, sin lograrlo. Sin negar la importancia histórica del VII Congreso, solo enunciamos algunos problemas generados, que cuestionan el juicio del oportunismo sobre el “sectarismo” del V y VI Congreso y que magnifican al VII.

De ese viraje que produce la línea del frente popular por la estrategia antifascista se produce también la orientación de buscar la unidad en un solo partido de la clase obrera de los comunistas y los socialdemócratas, empezando por la unidad en España de la juventud del PCE y la juventud del PSOE en la JSU, y en México de la Juventud Comunista, con las juventudes del PRM en las JSUM, y en el caso de México tenemos los elementos concluyentes de que se produjo un vacío en la formación de cuadros de relevo del partido comunista, atrofiando su desarrollo, y que se produjo una generación de cuadros del partido burgués activa y crucial en los treinta años siguientes; pero tal idea fue subyacente y permitió que concluida la Segunda Guerra Mundial, en algunos países de Europa se concretara, por ejemplo en Alemania democrática, en Polonia, en Hungría, y como la historia enseña el elemento socialdemócrata no fue superado, y de manera soterrada avanzó como un cáncer incurable brotando con todas sus consecuencias funestas durante la contrarrevolución de los 80. Disminuir la importancia del partido comunista como partido de la revolución estuvo en la base también de partidos de la izquierda, partidos amplios en las luchas de liberación nacional o inclusive como argumento para liquidar partidos comunistas.

Por supuesto que tenemos que profundizar en el estudio y extraer las conclusiones necesarias, como parte de nuestra concepción a favor de una estrategia revolucionaria unificada y de una colaboración más efectiva entre los partidos comunistas, y claramente en favor del legado de la III Internacional.

 

[1] Escrita en 1895, fue publicada con partes suprimidas lo que provocó una airada protesta de Engels. Su publicación integra fue por primera vez en la URSS, ya en 1930.

[2] Lenin, Vladimir Ilich, Obras Completas, Tomo 22, página 415; Editorial Cartago.

[3] Hasta principios de 1919 se funda el Partido Comunista de Alemania, separándose del Partido Socialdemócrata Independiente dirigido por Kautsky

[4] La liquidación del primer PCM en 1981 entre otras secuelas llevó a que sus archivos quedaran en manos del CEMOS (Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista) que efectúa su actividad con un criterio político proclive a lo que fue la dirección eurocomunista liquidadora y por tanto realiza un filtro de los documentos, además de que a pesar de declararse abiertos los archivos en realidad están bajo una lógica privatizada. Por ello los materiales de la Internacional Comunista los hemos tenido que compilar en distintos países, recurriendo a partidos comunistas hermanos, realizando adquisiciones en RGASPI de Moscú, y acudiendo a librerías antiguas y bibliotecas especializadas y de camaradas.

[5] Secretario del PCM encabezando la línea “renovadora” prohijada por el XX Congreso del PCUS, y principal liquidador en 1981 del Partido.

[6] Estuvo a punto de lograr la liquidación del PC de los EEUU y convertirlo en una especie de círculo de estudios que realizaba la acción política a través de partidos burgueses, pero enfrentó una fuerte resistencia interna e internacional, entre ellas la importante carta de Jaques Duclos. Las tesis de Browder que llevaban hasta sus últimas consecuencias la alianza temporal contra el fascismo entre comunistas, socialdemócratas y la burguesía y hacía de la colaboración de clases su bandera afectaron fuertemente a los partidos comunistas de América Latina, sobre todo al de Cuba y al de Colombia (que inclusive cambiaron de nombre y estructura) y al de México y Chile.

[7]El camino británico al socialismo

[8] Central Sindical Unitaria de México.

[9] Confederación Regional Obrera Mexicana, que agrupaba a los amarillos, aunque se divide con una sección encabezada por Lombardo Toledano, un marxista legal partidario de la conciliación de clases, y de la alianza de la clase obrera con la llamada burguesía nacional, que consideraba al Estado burgués un árbitro en el conflicto capital/trabajo.

[10] Principal partido de la burguesía desde 1929 y en el poder hasta 2018, surgió con el nombre de Partido Nacional Revolucionario, y en los años 40 adquirió el nombre de Partido Revolucionario Institucional.