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El Socialismo es el futuro.
Por la ruptura y el derrocamiento del capitalismo, sin etapas intermedias, poder de la clase obrera y socialismo-comunismo.
Contribución del Partido Comunista de México, presentada por el camarada Pável Blanco Cabrera, al 13 Encuentro Internacional de los Partidos comunistas y obreros; Atenas, 9, 10, 11 de Diciembre del 2011.
Camaradas:
Expresamos nuestro reconocimiento, en nombre del Comité Central del Partido Comunista de México, al Comité Central del Partido Comunista de Grecia, por crear las condiciones para este 13 Encuentro Internacional, por la iniciativa para convocar a estos Encuentros, por las importantes luchas obreras y populares aquí en Grecia en los últimos tiempos de las que es cerebro y vanguardia, y sobre todo, por contribuir con ello a la reorganización del movimiento comunista internacional, la fuerza que puede generar la alternativa que el género humano precisa.
En el vigésimo aniversario de la victoria temporal de la contrarrevolución en la URSS y el campo socialista, es posible y necesario un balance.
Desde el punto de vista histórico ningún modo de producción se impuso sobre el anterior linealmente y sin retrocesos temporales; la concepción materialista de la Historia ilustra los zigzagueos, las vicisitudes, la lucha entre lo que agoniza y lo que emerge, la dialéctica de la revolución y la contrarrevolución. El mismo régimen burgués fracasó en sus tentativas frente a la reacción feudal y conoció numerosas derrotas que le demoraron varios siglos antes de su consolidación.
La oleada revolucionaria de 1848, la Comuna de Paris en 1871, el ciclo de asaltos revolucionarios iniciado con la toma del poder por el proletariado en Rusia en Octubre de 1917, forman parte del tránsito del capitalismo al socialismo-comunismo. El triunfo temporal de la contrarrevolución en el último caso no anuló este carácter de la época.
Ninguna clase dominante cedió voluntariamente el poder, y en tanto existan las condiciones para su existencia y reproducción, la posibilidad de que lo reconquiste es latente. La lucha entre explotados y explotadores, independientemente de la naturaleza de clase del Estado, se desarrollará hasta que definitivamente se extingan las bases económicas de la apropiación privada.
En el frenesí de la contrarrevolución, el capital se empeñó ideológicamente en presentar la derrota temporal del socialismo como permanente, como la inviabilidad de la emancipación, la inviabilidad de liquidar la explotación del trabajo asalariado. Con su tesis del
fin de la historia y de las ideologías apostó por colocar una camisa de fuerza sobre la lucha de clases, declarando la muerte del marxismo-leninismo, pretendiendo la inmunización frente a la necesidad de la revolución social. No hay precedente de tan feroz campaña ideológica como la efectuada en los 90’s contra la filosofía, la concepción del mundo, la política, la organización, y en general todas las posiciones de la clase obrera.
Desde las baratijas desechables sobre la falibilidad de los seres humanos, colocando que no es el carácter de clase de la sociedad el problema a resolver, sino que cualquier sistema es bueno o malo y depende estrictamente de lo negativo o positivo de los gobernantes; “ni capitalismo ni socialismo son negativos en sí”, se decía, sino que es la corruptibilidad de los hombres lo que lleva al fracaso. En la misma dirección se argumentaba que la ausencia de la libertad de mercado sofocaba a los seres humanos que finalmente emergían contra el autoritarismo. La contrarrevolución presentó como espontáneas las movilizaciones que fueron promovidas y auspiciadas por alianzas reaccionarias del imperialismo con fuerzas religiosas o fascistas. Sin embargo el núcleo duro del ataque se centró contra la teoría de Marx, Engels y Lenin, contra los partidos comunistas y contra la historia del movimiento obrero y comunista. La evidencia principal era tanto el llamado fracaso del socialismo, como la potencialidad del capitalismo.
Un mundo de paz y progreso prometieron, un nuevo orden mundial. Ya conoce la clase obrera y los pueblos lo que eso significó. Guerras, desde Panamá hasta Irak, desde Somalia a Yugoslavia, una imparable oleada de intervenciones militares a favor de los intereses de los monopolios, una simple y descarada repartición de las áreas de influencia, de los mercados. El retroceso temporal en la construcción socialista no fue una derrota exclusiva del movimiento comunista y obrero, sino del conjunto de los pueblos, una tragedia para la humanidad.
El equilibrio internacional, favorable a los pueblos, el marco de la descolonización de Asía y África, el derecho internacional que se conquistó con la correlación de fuerzas obtenida por la URSS y el campo socialista en la Segunda Guerra Mundial cedió paso a una ONU que avala cualquier interés de los monopolios en contra del derecho de los pueblos. La contrarrevolución inclinó el derecho internacional, al alterarse la correlación de fuerzas, a favor de los intereses del capital.
El imperialismo y las guerras que le son inherentes colocan a la paz en inestabilidad permanente, se cometen crímenes contra la humanidad con los bombardeos de la OTAN y los EEUU, en el marco de una escalada agresiva contra los pueblos del Medio Oriente, África y de América Latina. La utilización del terrorismo como pretexto para intervenir contra las naciones que no se someten. Prometieron paz, y sólo hay barbarie.
La contrarrevolución también tuvo como objetivo atacar los derechos sindicales, laborales y sociales que conquistaron los trabajadores en el marco del avance del socialismo, cuando el capital se vio forzado a adoptar gestiones como el
welfare state para contener las posibilidades revolucionarias. Es un hecho que la contrarrevolución no sólo se puede concebir por sus efectos contrarios a la construcción socialista, a los partidos comunistas, sino que afectó al conjunto del movimiento obrero internacional, a todos los pueblos del mundo.
El capital utilizó el impulso dado por la contrarrevolución para avanzar sus posiciones lo más posible. Nuevos mercados y pueblos fueron abiertos para su salvaje expolio, la clase obrera, desarmada de su partido en la mayor parte del globo, sufrió un grado de explotación que crecía a ritmos vertiginosos. No es difícil imaginarse cómo esto se tradujo en enormes flujos de capital, en acumulación que pasó a fortalecer directamente la tendencia a la concentración y la centralización, a los grupos monopólicos. Al capital imperialista, saturado ya de contradicciones, bien pronto se le acabó el impulso de estos nuevos mercados y hubo de buscar medidas bárbaras para mantenerse en medio de la crisis. Y he aquí que de su triunfo hizo brotar con la mayor rapidez posible las condiciones para su derrocamiento, como quien ahogándose en el mar abre la boca desesperado solo para tragar más agua.
El carácter temporal de la contrarrevolución fue determinado por las leyes objetivas del capitalismo, por la contradicción entre el carácter social de la producción y la apropiación privada, por el ciclo mismo del capital con la crisis que tiene un carácter insalvable, más también por la resistencia clasista y popular, por la acción de las fuerzas revolucionarias, por la actividad del movimiento comunista.
La crisis de sobreproducción y sobreacumulación de los últimos años impacta profundamente al capital. Para salvar a bancos e industrias de la quiebra utilizó recursos públicos, cargando agresivamente los costos sobre los trabajadores: el desempleo, la reducción de salarios, el aumento de la edad para las jubilaciones, el aumento de la jornada laboral, y otras medidas constantes contra el trabajo, a favor de los monopolios.
La crisis muestra a la contradicción capital/trabajo como el antagonismo sobre el cual se condensa la posibilidad de una alternativa. El conflicto socioclasista tiene su centro en la producción capitalista. Es en los centros de trabajo donde las clases chocan, y donde la estrategia de los comunistas tiene que precisarse.
Hay ejemplares luchas de contraataque, como la oleada de huelgas sectoriales y generales en Grecia dirigidas por el PAME, con la intervención de otras fuerzas de orientación de clase. Es opinión del Partido Comunista de México, que ése debe ser el camino común del movimiento comunista frente a la actual crisis, y que nuevamente se muestran retrasados nuestros esfuerzos comunes por la coordinación de acciones. El llamado desde la Acrópolis al levantamiento de los pueblos debe tener una respuesta favorable. Somos los Partidos Comunistas, los destacamentos de vanguardia los responsables de hacer resonar el llamado de la Acrópolis y de organizar la respuesta. Es dable y sucede ya que la clase obrera y sus aliados se levanten espontáneamente contra aspectos del dominio burgués y contra sus medidas. Pero no es dable y rebasa a los límites del movimiento espontáneo el derrocamiento de la clase burguesa y el paso al socialismo-comunismo. Sobre esto debemos tener claridad, no sostener posiciones uniformes frente a los movimientos impedirá hablar en éste u otro momento de una intervención o una estrategia comunista mundial frente a nuestros opresores.
Los partidos comunistas y obreros tenemos entre los componentes de identidad el carácter de clase. Ésa es nuestra razón de ser. En los periodos de crisis nuestras responsabilidades crecen, pues son el marco para las transformaciones revolucionarias, si una serie de prerrequisitos son cumplidos. La organización de un fuerte movimiento obrero y sindical de claras definiciones clasistas es un deber elemental, y una tarea que afrontar conjuntamente, conquistando cada centro de trabajo. Consideramos que hay que apoyar las iniciativas que se desprenden del último Congreso de la Federación Sindical Mundial. Pero también pensamos que de manera específica nuestros partidos tienen que abordar tal cuestión en lo regional e internacional.
Con la crisis capitalista, es creciente entre los trabajadores y las capas medias el debate sobre la salida, el rumbo. Es verdad que entre las capas medias predominan posiciones pequeñoburguesas que buscan sólo reformas cosméticas, mecanismos de gestión que no las lleven a la ruina, y son la plataforma para atacar a las posiciones clasistas que buscan una salida radical; tal es el caso del llamado
movimiento de ocupación de las plazas. En la línea de la confrontación nos encontramos quienes estamos por la ruptura radical, por el derrocamiento del poder de los monopolios, a través de una alianza anticapitalista, antimonopolista y antiimperialista.
Para los comunistas éste es el tema cardinal hoy, conectar las luchas presentes contra el capital con la lucha por el socialismo-comunismo, y es indispensable extraer las conclusiones de la construcción socialista, del poder de los trabajadores.
Para nosotros hoy es muy claro que tenemos que defender la experiencia de la construcción socialista en la URSS en tanto que demostración palpable de la superioridad del socialismo sobre el capitalismo, puesto que las investigaciones comprueban que un mejor nivel de vida fue alcanzado por la clase obrera y las naciones antes oprimidas, en lo económico, lo cultural, la vivienda, la salud, la educación, los derechos políticos para las mujeres, las minorías étnicas, los niños, los jóvenes.
Las lecciones de la construcción socialista nos muestran la importancia del poder obrero, la dictadura del proletariado, la expropiación de los monopolios y todos los medios de producción concentrados, así como su socialización, de la planificación central de la economía. Cuando uno de estos elementos está ausente es imposible hablar de la nueva sociedad.
Es evidente que discrepamos de aquellas posiciones que encuentran compatible socialismo y mercado, ya sea “socialismo de mercado”, o “socialismo con mercado”. La construcción del socialismo-comunismo desde el primer momento debe combatir las relaciones mercantiles sin que ello implique que desaparezcan el primer día. La existencia de las relaciones mercantiles engendra a la burguesía y al capital, y con ello las posibilidades de la contrarrevolución que detenga las conquistas de la clase obrera en el poder. Es nuestra opinión que en ello tuvo su base el retroceso temporal en la URSS.
Tampoco compartimos la visión de que sin la destrucción de la maquinaria del Estado burgués pueda construirse el socialismo. Es sobre el derrocamiento del viejo Estado que es posible la construcción del poder obrero y popular, el nuevo Estado.
El Partido Comunista de México, adoptó en su IV Congreso, efectuado hace ya casi un año, la Resolución sobre el Socialismo del XVIII Congreso del KKE, la que consideramos es nuestro balance y conclusiones de la experiencia de la construcción socialista en el Siglo XX.
Entre otras muchas lecciones que extraer, éstas son necesarias para la estrategia de los comunistas para el derrocamiento del capitalismo y la revolución socialista. Contribuyen a determinar una política de alianzas con criterios clasistas.
En América Latina, por ejemplo, hay debates contemporáneos sobre estos asuntos. Nos preguntamos ¿La defensa de la autonomía del partido comunista, la lucha por la independencia de clase y la organización con perspectiva de lucha del movimiento obrero y sindical pueden ser considerados una actitud sectaria? ¿Negarnos a colaborar en gestiones burguesas, en la administración capitalista, en un ministerialismo a toda costa, puede ser considerado sectario? ¿Es acaso un deber de los comunistas ser los garantes de la estabilidad gubernamental de las llamadas “burguesías nacionales”?, ¿Hasta qué punto podemos sostener como progresistas a gobiernos que colaboran en la persecución y represión a un partido comunista, como la desatada contra las FARC-EP? ¿Estamos por la reforma o por la revolución? ¿Podemos considerar como positivos aquéllos procesos de integración donde objetivamente los componentes económicos se basan en el capitalismo? ¿No es acaso un gran atentado a la subjetividad y capacidad de movilización de la clase obrera y las masas llamarlos a defender una gestión capitalista de “izquierda”?
Con base en la teoría marxista-leninista, en la experiencia de 92 años, desde que en 1919 iniciara sus actividades la Sección Mexicana de la Internacional Comunista, el Partido Comunista de México trabaja por la ruptura con el capitalismo y para que sin etapas intermedias la clase obrera tome el poder para construir el futuro, el socialismo.
Mantenemos el criterio de la solidaridad frente a la agresividad hegemonista del imperialismo, pero no circunscrito al antinorteamericanismo, sino a cualquier monopolio, independientemente de si éste es de los EEUU, la Unión Europea, o inclusive de México.
La cuestión de la revolución socialista en América Latina y el mundo no está determinada por las especificidades o particularidades nacionales, sino por leyes generales. Que la clase obrera conquiste su independencia de clase, ideológica y política, de las llamadas burguesías nacionales, hoy con el eufemismo de “gobiernos progresistas”, y de las capas medias, es una necesidad vital.
Camaradas:
Expresamos nuestra solidaridad frente al anticomunismo, en cualquiera de sus manifestaciones, que limita o prohíbe la actividad de varios partidos comunistas en Europa. El anticomunismo en Latinoamérica tiene la particularidad de encubrirse en un ropaje “antiterrorista” para criminalizar a las FARC-EP, a las que refrendamos por igual nuestra solidaridad.
Compartimos que el tema del Anticomunismo es un tema de nuestra política como integrantes del Movimiento Comunista Internacional que no se encuentra limitado al terreno de la solidaridad. Articular una respuesta global frente a cualquier persecución anticomunista sucedida en cualquier parte del mundo, señala ante los pueblos al verdadero adversario del capitalismo; es decir, no involucra sólo una connotación defensiva sino que suma a nuestra política. Con respuestas militantes las campañas del enemigo son tornadas en campañas nuestras.
Nuestro partido saluda las luchas de los pueblos árabes y del norte de África contra los regímenes opresivos; ateniéndonos a criterios clasistas, simultáneamente consideramos que es a los propios pueblos a quienes corresponde el derecho de liberarse, sin la intervención del imperialismo, por ello condenamos la agresión de la OTAN y los EEUU, en Libia, así como la que se gesta contra Siria e Irán.
Nuestra total e incondicional solidaridad al PAME, al MAS, PASEVE, PASY y OGI, a las luchas de la clase obrera en Grecia, y por supuesto a nuestro hermano Partido Comunista de Grecia.
¡Proletarios de todos los países, uníos!
Partido Comunista do México (PCM):
Intervenção no XIII Encontro Internacional dos Partidos comunistas e operários
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O Socialismo é o futuro.
Pela ruptura e pela derrocada do capitalismo, sem etapas intermediárias. Todo poder à classe trabalhadora e ao socialismo-comunismo.
Contribuição do Partido Comunistas do México, apresentada pelo camarada Pável Blanco Cabrera, ao 13º Encontro Internacional dos Partidos comunistas e operários.
Atenas, 9, 10, 11 de dezembro de 2011.
Camaradas:
Expressamos o nosso reconhecimento, em nome do Comitê Central do Partido Comunista do México, ao Comitê Central do Partido Comunista da Grécia pelos esforços em criar condições para a realização deste 13º Encontro Internacional, pela iniciativa em convocar estes Encontros, pelas importantes lutas trabalhadoras e populares aqui travadas nos últimos tempos, das quais é cérebro e vanguarda, e, sobretudo, por contribuir com a reorganização do movimento comunista internacional, força que pode gerar a alternativa que o gênero humano precisa.
No vigésimo aniversário da vitória temporal da contra-revolução na URSS e no campo socialista, é possível e necessário um balanço.
Do ponto de vista histórico, nenhum modo de produção se impôs sobre o anterior linearmente e sem retrocessos temporais. A concepção materialista da História ilustra os ziguezagues, as vicissitudes, a luta entre o que agoniza e o que emerge, a dialética da revolução e da contra-revolução. O mesmo regime burguês fracassou em suas tentativas frente à reação feudal e conheceu numerosas derrotas que demoraram séculos antes de sua consolidação.
A onda revolucionária de 1848, a Comuna de Paris em 1871, o ciclo de assaltos revolucionários iniciado com a tomada do poder pelo proletariado na Rússia em outubro de 1917, formam parte da transição do capitalismo ao socialismo-comunismo. O triunfo temporal da contra-revolução no último caso, anulou este caráter da época.
Nenhuma classe dominante cedeu voluntariamente o poder e enquanto existirem as condições para sua existência e reprodução, a possibilidade de que o reconquiste é latente. A luta entre explorados e exploradores, independentemente da natureza de classe do Estado, se desenvolverá até que definitivamente se extingam as bases econômicas da apropriação privada.
No frenesi da contra-revolução, o capital se empenhou, ideologicamente, em apresentar a derrota temporal do socialismo como permanente, a inviabilidade da emancipação e a impossibilidade de liquidar a exploração do trabalho assalariado. Com sua tese do fim da história e das ideologias, apostou em colocar uma camisa de força na luta de classes, declarando a morte do marxismo-leninismo, pretendendo a imunização frente à necessidade da revolução social. Não existe precedente de tão feroz campanha ideológica como a efetuada nos anos 90 contra a filosofia, a concepção de mundo, a política, a organização e, em geral, contra todas as posições da classe trabalhadora.
A partir das mesquinharias descartáveis sobre a promoção de facilidades aos seres humanos, colocava-se que não é o caráter de classe da sociedade o problema a ser resolvido, mas sim que qualquer sistema é bom ou mal, dependendo estritamente do negativo ou positivo dos governantes. “Nem o capitalismo e nem o socialismo são negativos em si”, dizia-se, mas é a corrupção dos homens que os leva ao fracasso. Na mesma direção se argumentava que a ausência da liberdade de mercado sufocava os seres humanos que, finalmente, emergiam contra o autoritarismo. A contra-revolução apresentou como espontâneas as mobilizações que foram promovidas e auspiciadas por alianças reacionárias do imperialismo com forças religiosas ou fascistas. Dessa forma, o núcleo duro do ataque se centrou contra a teoria de Marx, Engels e Lênin, contra os partidos comunistas e contra a história do movimento operário e comunista. A evidência principal era tanto o chamado fracasso do socialismo, como a potencialidade do capitalismo.
Um mundo de paz e progresso foi prometido, assim como uma nova ordem mundial. A classe trabalhadora e os povos já conhecem o que isso significou. Guerras do Panamá ao Iraque, da Somália à Iugoslávia, uma imensa onda de intervenções militares a favor dos interesses dos monopólios, uma simples e descarada partilha das áreas de influência, dos mercados. O retrocesso temporal na construção socialista não foi uma derrota exclusiva do movimento comunista e operário, mas do conjunto dos povos, uma tragédia para a humanidade.
O equilíbrio internacional favorável aos povos, o marco da descolonização da Ásia e da África, o direito internacional que se conquistou com a correlação de forças obtida pela URSS e o campo socialista na Segunda Guerra Mundial, cedeu espaço a uma ONU que avaliza qualquer interesse dos monopólios contra o direito dos povos. A contra-revolução inclinou o direito internacional, ao alterar-se a correlação de forças, a favor dos interesses do capital.
O imperialismo e as guerras inerentes colocam a paz em instabilidade permanente, se cometem crimes contra a humanidade com os bombardeios da OTAN e dos EUA, no marco de uma escalada agressiva contra os povos do Oriente Médio, da África e da América Latina. O terrorismo é utilizado como pretexto para intervir contra as nações que não se submetem. Prometeram a paz e só existe a barbárie.
A contra-revolução também teve como objetivo atacar os direitos sindicais, trabalhistas e sociais conquistados pelos trabalhadores no marco do avanço do socialismo, quando o capital se viu forçado a adotar gestões como o welfare state para conter as possibilidades revolucionárias. É fato que a contra-revolução não pode ser apenas concebida por seus efeitos contrários à construção socialista, aos partidos comunistas, mas sim por seu impacto sobre conjunto do movimento operário internacional, a todos os povos do mundo.
O capital utilizou o impulso dado pela contra-revolução para avançar suas posições o máximo possível. Novos mercados e povos foram abertos para seu espólio selvagem. A classe operária, desarmada de seu partido na maior parte do globo, sofreu um grau de exploração que crescia a ritmos vertiginosos. Não é difícil imaginar como isto se traduziu em enormes fluxos de capital, em acumulação, que passou a fortalecer diretamente a tendência à concentração e à centralização, aos grupos monopólicos. Ao capital imperialista, já saturado de contradições, logo que acabou o impulso destes novos mercados, teve que buscar medidas bárbaras para manter-se em meio à crise. E foi aí que seu triunfo fez brotar, com a maior rapidez possível, as condições para a sua derrocada. Era como se fosse uma pessoa se afogando no mar. No desespero, abre a boca e apenas só traga mais água.
O caráter temporal da contra-revolução foi determinado pelas leis objetivas do capitalismo, pela contradição entre o caráter social da produção e da apropriação privada, pelo próprio ciclo do capital com a crise que tem caráter insuperável, mas também pela resistência classista e popular, pela ação das forças revolucionárias, pela atividade do movimento comunista.
As crises de superprodução e superacumulação dos últimos anos impactaram profundamente o capital. Para salvar bancos e indústrias da quebra, foram utilizados recursos públicos, carregando agressivamente os custos dos trabalhadores: o desemprego, a redução de salários, o aumento da idade para as aposentadorias, o aumento da jornada de trabalho e outras medidas constantes contra o trabalho, a favor dos monopólios.
A crise mostra a contradição capital/ trabalho como o antagonismo sobre o qual se condensa a possibilidade de uma alternativa. O conflito sócio-classicista tem seu centro na produção capitalista. É nos centros de trabalho onde as classes se chocam e é lá onde a estratégia dos comunistas deve se focar.
Existem exemplares lutas de contra-ataque, como a onda de greves setoriais e gerais na Grécia, dirigidas pela PAME, com a intervenção de outras forças de orientação de classe. É opinião do Partido Comunista do México que esse deve ser o caminho comum do movimento comunista frente à atual crise e que, novamente, se mostram atrasados nossos esforços comuns pela coordenação de ações. O chamado da Acrópolis ao levante dos povos deve ter uma resposta favorável. Somos nós, os Partidos Comunistas, os destacamentos de vanguarda, os responsáveis por fazer ressoar o chamado da Acrópolis e por organizar a resposta. Isso é possível e já acontece da classe trabalhadora e seus aliados se levantarem espontaneamente contra aspectos do domínio burguês e contra suas medidas. Porém, se torna impossível, ultrapassando os limites do movimento espontâneo, a derrocada da classe burguesa e o passo rumo ao socialismo-comunismo. Sobre isto, devemos ter clareza. Não sustentarmos posições uniformes frente aos movimentos impedirá falar neste ou noutro momento de uma intervenção ou de uma estratégia comunista mundial frente aos nossos opressores.
Os partidos comunistas e operários têm entre seus componentes de identidade o caráter de classe. Essa é nossa razão de ser. Nos períodos de crise, nossas responsabilidades crescem, pois são o marco para as transformações revolucionárias, onde uma série de pré-requisitos são cumpridos. A organização de um forte movimento operário e sindical de claras definições classistas é um dever elementar e uma tarefa que afronta conjuntamente, conquistando cada centro de trabalho. Consideramos que é necessário apoiarmos as iniciativas que surgiram no limiar do último Congresso da Federação Sindical Mundial. No entanto, também pensamos que, de maneira mais específica, nossos partidos precisam abordar tal questão no âmbito regional e internacional.
Com a crise capitalista, é crescente entre os trabalhadores e a classe média o debate sobre uma possível saída, um rumo. É verdade que entre as classes médias predominam posições pequeno-buguesas que buscam somente reformas cosméticas, mecanismos de gestão que nos levam à ruína e são a plataforma para atacar as posições classicistas que buscam uma saída radical. Tal é o caso do chamado movimento de ocupação das praças. Na linha da confrontação nos encontramos com aqueles que defendem a ruptura radical, pela derrocada do poder dos monopólios, através de uma aliança anticapitalista, anti-monopolista e antiimperialista.
Para os comunistas, este é o tema cabal hoje: conectar as lutas presentes contra o capital com a luta pelo socialismo-comunismo. E, para isso, é indispensável extrair as conclusões da construção socialista, do poder dos trabalhadores.
Para nós, hoje é muito claro que temos que defender a experiência da construção socialista na URSS enquanto demonstração palpável da superioridade do socialismo sobre o capitalismo, posto que as investigações comprovam que um melhor nível de vida foi alcançado pela classe trabalhadora e pelas nações antes oprimidas, no econômico, no cultural, na habitação, na saúde, na educação, nos direitos políticos para as mulheres, nas minorias étnicas, nas crianças, nos jovens.
As lições da construção socialista nos mostram a importância do poder operário, a ditadura do proletariado, a expropriação dos monopólios e de todos os meios de produção concentrados, assim como sua socialização, da planificação central da economia. Quando um destes elementos está ausente, é impossível falar da nova sociedade.
É evidente que estamos em desacordo com aquelas posições que encontram compatibilidade entre socialismo e mercado, já consideradas como “socialismo de mercado” ou “socialismo com mercado”. A construção do socialismo-comunismo, desde o primeiro momento, deve combater as relações mercantis sem que implique no seu desaparecimento no primeiro dia. A existência das relações mercantis engendra a burguesia e o capital e, com eles, a possibilidade da contra-revolução deter as conquistas da classe operária no poder. É nossa opinião que nele teve sua base o retrocesso temporal da URSS.
Tampouco compartilhamos a visão de que sem a destruição da máquina do Estado burguês pode construir-se o socialismo. É sobre a derrocada do velho Estado que é possível a construção do poder operário e popular, o novo Estado.
O Partido Comunista do México adotou em seu IV Congresso, efetuado há quase um ano, a Resolução sobre o Socialismo do XVIII Congresso do KKE, a que consideramos ser nosso balanço e conclusões da experiência da construção socialista no Século XX.
Entre muitas outras lições que extraímos, estas são necessárias para a estratégia dos comunistas para a derrocada do capitalismo e para efetivar a revolução socialista. Contribuem para determinar uma política de alianças com critérios classistas.
Na América Latina, por exemplo, existem debates contemporâneos sobre estes assuntos. Nos perguntamos: a defesa da autonomia do partido comunista, a luta pela independência de classe e da organização com perspectiva de luta do movimento operário e sindical podem ser considerados uma atitude sectária? Negarmo-nos a colaborar em gestões burguesas, na administração capitalista, num “ministerialismo” a todo custo, pode ser considerado sectário? É, por acaso, nosso dever, enquanto comunistas, garantirmos a estabilidade governamental das chamadas “burguesias nacionais”? Até que ponto podemos sustentar como progressistas governos que colaboram com a perseguição e repressão de um partido comunista, como a desatada contra as FARC-EP? Defendemos a reforma ou a revolução? Podemos considerar como positivos aqueles processos de integração, onde, objetivamente, os componentes econômicos se baseiam no capitalismo? Não é, por acaso, um grande atentado à subjetividade e capacidade de mobilização da classe operária e de massas chamá-los a defender uma gestão capitalista de “esquerda”?
Com base na teoria marxista-leninista, na experiência de 92 anos, desde que em 1919 iniciara suas atividades como Seção Mexicana da Internacional Comunista, o Partido Comunista Mexicano trabalha pela ruptura com o capitalismo e para que, sem etapas intermediárias, a classe operária tome o poder para construir o futuro, o socialismo.
Mantemos o critério da solidariedade frente à agressividade hegemonista do imperialismo, porém não circunscrito ao anti-Estados Unidos, mas sim a qualquer monopólio, independentemente de se este é dos EUA, da União Europeia ou, inclusive, do México.
A questão da revolução socialista na América Latina e no mundo não está determinada pelas especificidades ou particularidades nacionais, mas sim pelas leis gerais. Que a classe operária conquiste sua independência de classe, ideológica e política, nas chamadas burguesias nacionais, hoje com o eufemismo de “governos progressistas”, e das classes médias, é uma necessidade vital.
Camaradas:
Expressamos nossa solidariedade frente ao anticomunismo, em qualquer de suas manifestações, que limita ou proíbe a atividade de vários partidos comunistas na Europa. O anticomunismo na América Latina possui uma particularidade de encobrir-se com uma roupagem “antiterrorista” para criminalizar as FARC-EP, que referendamos por igual nossa solidariedade.
Compartilhamos que o tema do Anticomunismo é um tema de nossa política como integrantes do Movimento Comunista Internacional que não se encontra limitado ao terreno da solidariedade. Articular uma resposta global frente a qualquer perseguição anticomunista sucedida em qualquer parte do mundo assinala ante aos povos o verdadeiro adversário do capitalismo. É preciso dizer, não envolve apenas uma conotação defensiva, mas uma soma a nossa política. Com respostas militantes, as campanhas do inimigo são tomadas por campanhas nossas.
Nosso partido saúda as lutas dos povos árabes e do norte da África contra os regimes opressivos. Atendo-nos a critérios classistas, simultaneamente consideramos que é aos próprios povos que corresponde o direito de libertarem-se, sem a intervenção do imperialismo. Por isso, condenamos a agressão da OTAN e dos EUA na Líbia, assim como a que ocorre na Síria e no Irã.
Nossa total e incondicional solidariedade ao PAME, ao MAS, PASEVE, PASY e OGI, às lutas da classe operária na Grécia e, também, ao nosso irmão Partido Comunista da Grécia.
Proletários de todos os países, uni-vos!
Tradução: Maria Fernanda M. Scelza (PCB)
13° IMCWP - Incontro Internazionale dei Partiti Comunisti e Operai - Atene 9-11/12/2011
Contributo del Partito Comunista del Messico (PCM)
Il socialismo è il futuro.
Per la rottura e il rovesciamento del capitalismo, senza fasi intermedie, tutto il potere alla classe lavoratrice e al socialismo-comunismo.
Presentato dal compagno Pavel Blanco Cabrera
Compagni!
Esprimiamo la nostra gratitudine, in nome del Comitato Centrale del Partito Comunista del Messico, al Comitato Centrale del Partito Comunista di Grecia, per l'impegno nel creare le condizioni per il 13° Incontro Internazionale, per l'iniziativa di convocare questi incontri, per l'importante lotta operaia e popolare che si combatte qui in Grecia negli ultimi tempi, di cui è il cervello e l'avanguardia, e, soprattutto, per contribuire alla riorganizzazione del movimento comunista internazionale, la forza che può generare l'alternativa di cui ha bisogno l'umanità.
Nel ventesimo anniversario della vittoria temporanea della controrivoluzione in URSS e nel campo socialista, è possibile e necessario un bilancio.
Dal punto di vista storico, nessun modo di produzione è stato imposto sul precedente linearmente e senza battute d'arresto temporanee, la concezione materialistica della storia illustra lo zig-zag, le vicissitudini, la lotta tra chi agonizza e ciò che emerge, la dialettica della rivoluzione e controrivoluzione. Lo stesso regime borghese ha fallito nei suoi tentativi contro la reazione feudale e ha incontrato numerose sconfitte che hanno portato a diversi secoli prima del suo consolidamento.
L'ondata rivoluzionaria del 1848, la Comune di Parigi nel 1871, il ciclo d'assalti rivoluzionari iniziato con la presa del potere da parte del proletariato in Russia nel mese d'ottobre 1917, fanno parte della transizione dal capitalismo al socialismo-comunismo.
Il trionfo temporaneo della controrivoluzione in quest'ultimo caso non ha annullato il carattere di questo periodo.
Nessuna classe dominante ha volontariamente lasciato il potere, e finché vi sono le condizioni per la sua esistenza e la riproduzione, la possibilità della riconquista è latente. La lotta tra sfruttatori e sfruttati, a prescindere dalla natura di classe dello Stato, si svilupperà fino a che saranno definitivamente estinte le basi economiche dell'appropriazione privata.
Nella frenesia della controrivoluzione, il capitale si è ideologicamente impegnato nel cercare di presentare la temporanea sconfitta del socialismo, come permanente, come l'impraticabilità dell'emancipazione, l'impossibilità di risolvere lo sfruttamento del lavoro salariato. Con la sua tesi "della fine della storia e delle ideologie" ha puntato a mettere una camicia di forza sulla lotta di classe, dichiarando la morte del marxismo-leninismo, alla ricerca di una protezione contro la necessità della rivoluzione sociale. Non esiste precedente, di una così feroce campagna ideologica come quella fatta negli anni '90 contro la filosofia, la concezione del mondo, la politica, l'organizzazione, e in generale contro tutte le posizioni della classe operaia.
Dalle piccole cose si promuoveva la fallacità degli uomini, così non era il carattere di classe della società il problema da risolvere, ma che ogni sistema poteva esser buono o cattivo, dipendeva strettamente dalla capacità o incapacità dei governanti; "né il capitalismo né il socialismo sono negativi di per sé", si diceva, ma è la corruttibilità degli uomini che li porta al fallimento. Allo stesso modo si è sostenuto che l'assenza di libertà di mercato ha soffocato l'uomo che finalmente è emerso dall'autoritarismo. La contro-rivoluzione ha presentato come manifestazioni spontanee quelle che sono state promosse e appoggiate dall'alleanza reazionaria dell'imperialismo con le forze religiose e fasciste. Comunque il nucleo centrale dell'attacco si è concentrato contro la teoria di Marx, Engels e Lenin, contro i partiti comunisti e contro la storia e il movimento operaio comunista. La prova principale consisteva sia nel cosiddetto fallimento del socialismo, che nel potenziale del capitalismo.
Hanno promesso un mondo di pace e di progresso, un nuovo ordine mondiale. Ora la classe operaia e i popoli conoscono cosa significa. Le guerre, da Panama all'Iraq, dalla Somalia alla Jugoslavia, un'onda inarrestabile d'interventi militari in favore degli interessi dei monopoli, una divisione semplice e sfrontata delle sfere d'influenza, dei mercati. La momentanea battuta d'arresto nella costruzione del socialismo non è stata un'esclusiva sconfitta del movimento comunista e operaio, ma di tutti i popoli, una tragedia per l'umanità.
L'equilibrio internazionale, a favore dei popoli, nell'ambito della decolonizzazione dell'Asia e dell'Africa, il diritto internazionale ottenuto con i rapporti di forza dell'URSS e del campo socialista nella seconda guerra mondiale, ha lasciato il posto all'Onu che sostiene gli interessi dei monopoli contro i diritti dei popoi. La contro-rivoluzione ha piegato il diritto internazionale, modificato i rapporti di forza a favore degli interessi del capitale.
L'imperialismo e le guerre che sono conseguenti mettono la pace in una condizione di instabilità permanente, si commettono crimini contro l'umanità, con i bombardamenti della NATO e degli USA, nell'ambito dell'escalation di aggressione contro i popoli del Medio Oriente, America Latina e Africa. L'uso del terrorismo come pretesto per un intervento contro le nazioni che non si sottomettono. Hanno promesso la pace, ma c'è solo barbarie.
La controrivoluzione ha avuto anche l'obiettivo di attaccare i diritti sindacali, del lavoro e sociali conquistati sotto l'avanzata del socialismo, quando il capitale è stato costretto a adottare lo "stato sociale" per contenere le possibilità rivoluzionarie. E' una realtà che la controrivoluzione si valuti non solo per gli effetti negativi sull'edificazione del socialismo e sui partiti comunisti, ma anche per l'influsso sull'intero movimento operaio internazionale e su tutti i popoli del mondo.
Il capitale ha utilizzato l'impulso dato dalla controrivoluzione per avanzare le sue posizioni il più possibile. Nuovi mercati sono stati aperti e i popoli esposti al saccheggio selvaggio, mentre la classe operaia, disarmata del suo partito nella maggior parte del mondo, ha subito un grado di sfruttamento che cresce a ritmi vertiginosi. Non è difficile immaginare come ciò abbia significato ingenti flussi di capitali, con l'accumulazione che è andata direttamente a rafforzare la tendenza alla concentrazione e alla centralizzazione dei gruppi monopolistici. Il capitale imperialista, già pieno di contraddizioni, ha ben presto esaurito lo slancio in questi nuovi mercati e ha dovuto individuare misure barbare per conservarsi in mezzo alla crisi. Ed ecco che qui il suo trionfo ha portato avanti il più velocemente possibile le condizioni per il suo rovesciamento. Come una persona che sta annegando nel mare, nella disperazione apre la bocca solo per ingerire ancora più acqua.
La natura temporanea della controrivoluzione è determinata dalle leggi oggettive del capitalismo, la contraddizione tra produzione sociale e l'appropriazione privata, dallo stesso ciclo del capitale, con la crisi che ha un carattere insormontabile, ma anche dalla resistenza della classe popolare, per l'azione delle forze rivoluzionarie e l'attività del movimento comunista.
La crisi di sovrapproduzione e sovra-accumulazione degli ultimi anni, ha avuto un profondo impatto sul capitale. Per salvare le banche e le industrie in fallimento sono state utilizzate risorse pubbliche, scaricando in modo aggressivo i costi sui lavoratori: disoccupazione, riduzione dei salari, aumento dell'età pensionabile, aumento delle ore di lavoro e altre misure contro il lavoro a favore dei monopoli.
La crisi mostra la contraddizione capitale/lavoro come l'antagonismo sopra il quale si concentra la possibilità di un'alternativa. Il conflitto socio-classista ha il suo centro nella produzione capitalistica, nei luoghi di lavoro, dove le classi si scontrano e dove la strategia dei comunisti deve essere chiarita.
Ci sono esempi di lotte di contrattacco, come l'ondata di scioperi generali e settoriali in Grecia guidati dal PAME, attraverso l'intervento di altre forze con orientamento di classe. L'opinione del Partito Comunista del Messico è che questo dovrebbe essere il percorso comune del movimento comunista contro l'attuale crisi e che, ancora una volta, il nostro impegno comune per coordinare le azioni si mostra in ritardo. La chiamata dall'Acropoli alla rivolta dei popoli dovrebbe avere una risposta favorevole. Siamo noi, i partiti comunisti, l'avanguardia, i responsabili nel dare eco alla chiamata dell'Acropoli e organizzare la risposta. E' possibile e accade, che la classe operaia e i suoi alleati si levino spontaneamente contro gli aspetti del dominio borghese e contro le sue misure. Ma non è possibile, poiché supera i limiti del movimento spontaneo, rovesciare la borghesia e realizzare la transizione al socialismo-comunismo. Su questo dobbiamo essere chiari, senza una posizione comune a riguardo, non è possibile parlare né in questo momento né in un altro di una strategia comunista mondiale contro i nostri oppressori.
I partiti comunisti e operai hanno tra le caratteristiche il carattere di classe. Questa è la nostra ragion d'essere. Nei periodi di crisi, le nostre responsabilità crescono perché sono la cornice di cambiamenti rivoluzionari se una serie di prerequisiti vengono soddisfatti. L'organizzazione di un forte movimento operaio e sindacale di chiara definizione classista è un dovere elementare fondamentale, un compito da affrontare insieme, conquistando ogni luogo di lavoro. Siamo convinti che dobbiamo sostenere le iniziative emerse nell'ultimo Congresso della FSM. Ma riteniamo anche che i nostri partiti debbano affrontare, in maniera più specifica, tale questione a livello regionale e internazionale.
Con la crisi del capitalismo sta crescendo tra i lavoratori e la classe media la discussione sull'uscita, sul percorso. La verità è che nella classe media prevalgono le posizioni piccolo-borghesi, che cercano solo riforme d'abbellimento ai meccanismi di gestione, ma che non portano alla soppressione del capitalismo e sono la piattaforma per attaccare le posizioni di classe che cercano un cambiamento radicale. Questo è il caso del cosiddetto movimento "occupazione delle piazze" (indignados). In questo confronto noi siamo con coloro che sostengono la rottura radicale, per il rovesciamento del potere monopolistico attraverso l'alleanza anti-capitalista, anti-monopolista e antimperialista.
Per i comunisti, questo è il problema oggi, è fondamentale collegare l'attuale lotta contro il capitale con la lotta per il socialismo-comunismo ed è per questo che è essenziale trarre come conclusione la costruzione del socialismo e il potere dei lavoratori.
Per noi oggi è chiaro che dobbiamo difendere l'esperienza della costruzione del socialismo in URSS come una dimostrazione tangibile della superiorità del socialismo sul capitalismo, giacché le ricerche hanno stabilito che la classe operaia e le nazioni in precedenza oppresse avevano raggiunto un migliore tenore di vita, dal punto di vista economico, nella cultura, nel diritto alla casa, alla salute, all'istruzione, nei diritti politici per le donne, le minoranze etniche, i bambini e i giovani.
Le lezioni della costruzione socialista ci mostrano l'importanza del potere operaio, della dittatura del proletariato, l'espropriazione di tutti i monopoli e dei mezzi di produzione concentrati, così come la socializzazione, la pianificazione economica centrale. Quando uno di questi elementi manca, è impossibile parlare della nuova società.
Chiaramente, non siamo d'accordo con quelle posizioni che trovano compatibile il socialismo e il mercato, già conosciute come "socialismo di mercato" o "socialismo con mercato". La costruzione del socialismo-comunismo, dal primo momento, deve combattere i rapporti mercantili senza che essi scompaiano dal primo momento. L'esistenza di relazioni di mercato genera la borghesia e il capitale, quindi le potenzialità per la controrivoluzione di fermare le conquiste della classe operaia al potere. E' nostra opinione che sia su questa base che la momentanea battuta d'arresto dell'URSS abbia avuto luogo.
Non condividiamo l'idea che anche senza la distruzione della macchina statale borghese si possa costruire il socialismo. Solo col rovesciamento del vecchio Stato è possibile costruire il potere operaio e popolare, il nuovo Stato.
Il Partito Comunista del Messico ha adottato nel suo IV Congresso, svoltosi quasi un anno fa, la Risoluzione sul socialismo del XVIII Congresso del KKE, le cui valutazioni e conclusioni sull'esperienza della costruzione del socialismo nel XX secolo consideriamo come nostre.
Sono molte le lezioni da imparar. Sono necessarie per la strategia dei comunisti per il rovesciamento del capitalismo e la rivoluzione socialista. Contribuiscono a determinare una politica di alleanze con criteri di classe.
In America Latina, per esempio, esiste un dibattito odierno su questi temi. Noi ci chiediamo: la difesa dell'autonomia del partito comunista, la lotta per l'indipendenza di classe e l'organizzazione con la prospettiva di classe del movimento operaio e sindacale può esser considerato un atteggiamento settario? Il rifiuto di cooperare agli sforzi della borghesia nella gestione capitalista, al "ministerialismo" a tutti i costi può essere considerato un atteggiamento settario? E' per caso un dovere dei comunisti garantire la stabilità di un governo della cosiddetta "borghesia nazionale"? Fino a che punto possiamo sostenere come progressisti i governi che collaborano alla persecuzione e alla repressione del partito comunista, come quella scatenata contro FARC-EP? Siamo per la riforma o la rivoluzione? Possiamo considerare come positivi quei processi d'integrazione, dove oggettivamente le componenti economiche si basano sul capitalismo? Non è un grande attacco alla soggettività e alla capacità di mobilitazione della classe operaia e delle masse, la chiamata a difendere una gestione capitalistica di "sinistra"?
Sulla base della teoria marxista-leninista e dell'esperienza di 92 anni, da quando è iniziata nel 1919 l'attività della sezione messicana dell'Internazionale Comunista, il Partito Comunista del Messico lavora per rompere con il capitalismo e in modo che senza tappe intermedie la classe operaia possa assumere il potere per costruire il futuro, il socialismo.
Manteniamo il criterio di solidarietà contro le aggressioni egemoniche dell'imperialismo, ma non ci limitiamo all'anti-nordamericanismo, ma combattiamo ogni monopolio indipendentemente dal fatto che sia negli Stati Uniti, nell'Unione europea o anche in Messico.
La questione della rivoluzione socialista in America Latina e nel mondo non è determinata dalle peculiarità o particolarità nazionali, ma da leggi generali. Che la classe operaia conquisti l'indipendenza di classe, ideologica e politica, dalla cosiddetta "borghesia nazionale", oggi dietro l'eufemismo dei "governi progressisti" e dalla classe media, è una necessità vitale.
Compagni!
Esprimiamo la nostra solidarietà di fronte all'anti-comunismo, in tutte le sue manifestazioni, che limita o vieta l'attività dei vari partiti comunisti in Europa. L'anti-comunismo in America Latina si nasconde dietro la veste dell'"anti-terrorismo" per criminalizzare le FARC-EP, cui esprimiamo ugualmente la nostra solidarietà.
Convergiamo sul fatto che la questione dell'anticomunismo sia un tema della nostra politica come membri del Movimento comunista internazionale e che non deve limitarsi al campo della solidarietà. Coordinare una risposta globale contro qualsiasi persecuzione anti-comunista realizzata in tutto il mondo, indica al popolo il vero avversario del capitalismo. Vale a dire, non solo con una connotazione difensiva, ma legata alla nostra politica. Con risposte militanti, le campagne del nemico si trasformano in nostre campagne.
Il nostro partito saluta la lotta dei popoli arabi e del Nord Africa contro i regimi oppressivi. Attenendoci ai principi di classe, allo stesso tempo consideriamo che appartenga ai popoli il diritto di liberarsi, senza l'intervento dell'imperialismo, per questo condanniamo le aggressioni della NATO e degli Stati Uniti in Libia, così come quella che si stanno preparando contro la Siria e l'Iran.
La nostra solidarietà completa e incondizionata al PAME, il MAS, PASEVE, PASY e OGI, alle lotte della classe operaia in Grecia e naturalmente al nostro fratello Partito Comunista di Grecia.
Proletari di tutti i paesi, unitevi!